El momento actual en el que nos encontramos, provocado por la COVID-19, ha generado en la sociedad un clima de miedo e incertidumbre que afecta directamente a nuestra salud mental.
Las situaciones vividas en cualquier ámbito de nuestra vida, personal o laboral, la información diaria recibida a través de los medios de comunicación a la que hemos estado expuestos durante año y medio, y la conexión a las redes sociales 24/7 ha derivado en que la mayoría de nosotros descansamos peor, sintamos angustia y nos frustremos al no cumplir nuestros objetivos. Todos ellos síntomas que afectan directamente a nuestro bienestar emocional.
En este sentido, partiendo de la base de que nuestra salud mental es fundamental para nuestro bienestar personal y en nuestras relaciones con los demás, y sabiendo que nuestra mente y cuerpo están relacionados, queda claro que todo lo que afecte a nuestra salud física afectará a nuestra salud emocional y viceversa.
Por todos es conocido que el ejercicio físico es fundamental para nuestro bienestar. La práctica del ejercicio nos ayuda a sentirnos mejor y a experimentar emociones positivas, por otra parte, reduce el estrés diario y los niveles de ansiedad, así como la fatiga laboral.
Por supuesto, todo ello tiene una explicación científica relacionada con nuestro cerebro y es que, al realizar ejercicio, se liberan las denominadas “hormonas de la felicidad” como son la dopamina, la serotonina y las endorfinas.
Pero ¿es posible mejorar el estado mental a través de la alimentación?
La respuesta es: sí. Y es que, para mejorar nuestra salud mental, debemos empezar por cuidar lo que comemos. Numerosos estudios realizados en el ámbito de la psicología y la salud ya hablan de la SALUD como un todo inseparable y relativo al triángulo: salud mental, salud emocional y salud física.
La conexión entre cerebro y sistema digestivo es más estrecha de lo que parece y actúa en ambas direcciones. Sin embargo, pocos de nosotros somos conscientes de que en nuestro cuerpo habita un ‘segundo cerebro’, completamente relacionado con el primero y conectado a este por un sistema nervioso capaz de transmitir estímulos, es el que se encarga de controlar directamente el aparato digestivo.
En este ‘cerebro intestinal’ se produce el 90% de la serotonina, un neurotransmisor muy relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo, aunque cumple también otro tipo de funciones como, por ejemplo, regular el apetito causando la sensación de saciedad.
Estos dos sistemas están conectados por una red de neuronas y neurotransmisores que conectan las paredes del estómago y el intestino con el córtex cerebral enviando información, de ahí que sintamos determinados efectos en nuestro estómago cuando estamos nerviosos, por ejemplo.
Teniendo en cuenta este hecho, podemos afirmar que cuidar nuestra alimentación hará que nos sintamos bien. Un correcto funcionamiento del aparato digestivo y un cuidado adecuado del mismo son básicos, de forma que la alimentación se convierte en un gran aliado natural para combatir patologías como el estrés, la ansiedad y/o la depresión.
Algunos alimentos han resultado ser muy eficaces para mejorar el funcionamiento de nuestro cerebro, así como nuestro estado de ánimo. Está comprobado que comer a diario frutas y verduras de distintos tipos, así como beber mucho líquido, son beneficiosas para el correcto funcionamiento de nuestro intestino y, como hemos visto, un intestino bien alimentado, puede corresponder a un buen equilibrio emocional.
En cambio, los productos procesados y azucarados, los alimentos fritos y las bebidas alcohólicas pueden agudizar problemas de estrés o depresión.
Actualmente muchas investigaciones se centran en este ámbito, uno de los principales objetivos de las investigaciones en dicho ámbito se orienta hacia la importancia de poder disminuir los niveles de medicación que actualmente la sociedad consume para hacer frente a problemas que afectan a la salud mental, ya que a muchos pacientes medicados podrían dejar de hacerlo o, al menos reducir sus dosis, si se tuviera en cuenta que la salud mental y física forman un conjunto inseparable.
Por tanto, queda demostrado que la elección de lo que comemos está lejos de ser una elección trivial. En definitiva, si nuestro estado de ánimo no es bueno, tendremos que analizar cómo está nuestro estómago, revisar la nevera y la despensa, e incorporar ciertos hábitos más saludables para encontrarnos mejor con nosotros mismos, entre ellos y tal como recomienda la OMS incluir la fruta, la verdura y los líquidos.